jueves, 7 de enero de 2010

En Brasil lo tienen claro



Para septiembre de 2009, ya había anunciado y confirmado su salida de la crisis mundial. Fue de los últimos países en entrar en dificultades financieras, y de los primeros en superarlas.

Seis años antes, en 2003, los economistas nombraron a Brasil, Rusia, India y China como las economías que dominarían al mundo en el futuro, pero había muchas dudas sobre la ‘B’ en el acrónimo BRIC. Hoy están despejadas.

El escepticismo está fuera de lugar.

De pronto, Brasil apareció en el escenario mundial. Hay datos que así lo prueban: su economía tiene un crecimiento anualizado del 5% (el crecimiento anual promedio de México es de 1.6%) y los hallazgos de yacimientos de petróleo en aguas profundas, en 2007 y 2008, hacen pasar al país amazónico del lugar 16 al 12 en el mundo, en cuanto a reservas de hidrocarburos.

Sin embargo, su llegada al panorama global se marcó simbólica y oficialmente al ser la sede de los Juegos Olímpicos de 2016, superando al carisma de Obama con su apuesta por Chicago.

El despegue de esta nación es admirable, sobre todo porque, a diferencia de otros, es consecuencia de reformas y consenso democrático. China no puede jactarse de lo mismo.

No hace falta decirlo en voz alta, es evidente que todos nos lo preguntamos: ¿qué hicieron bien en aquel país suramericano? La respuesta es simple. Brasil cuenta desde mucho tiempo atrás con un proyecto de nación y una voluntad decidida para llevarlo a cabo. El presidente Lula trabaja para convertir a su país en una potencia y remueve todo lo que se oponga.

Allá en Brasil lo tienen claro.

Y ante esto es inevitable sentir impotencia. ¿Cuándo habrá rumbo en México? Atrás quedaron los días en que América Latina tenía dos países líderes del mismo nivel, hoy sólo rige la verde amarela.